Colores y texturas del Caribe

Venecia se llenó de turistas —vio incrementado su de por sí enorme flujo de visitantes—cuando la ciudad recibió en 1998 la gran exposición de los Mayas en el Palazzo Grassi.  Qué gran cosa sería contar en Cancún con un espacio para dar cabida a muestras extraordinarias que llegan a la Ciudad de México, como recientemente la de Goya, dice Rocio Alzaga.  Pero por ahora, en Cancún, estamos a la espera de la reapertura de nuestro (único) Museo. Así que le pregunto:

¿Qué propondrías a los políticos quintanarroenses?

Opino que el arte puede ser un generador de divisas.  Que hagan un museo que guarde el registro de los artistas que viven, o que han vivido y creado aquí. Y que se tenga una gran sala para muestras que vengan del extranjero, y para artistas mexicanos contemporáneos, para exposiciones en torno a los temas más diversos, como el arte plumario. Pero lo digo pensando también en los niños de aquí, muchos ya jóvenes que no han tenido oportunidad de viajar y que de esta manera podrían tener una cultura más amplia y más rica.  También se podría empezar desde la escuela.

Coincido. Sería excelente que abundaran las clases de pintura, de música, y que los llevaran a museos, como ocurre en las grandes ciudades.

 Esta es una gran ciudad. Está formada por un mosaico de gente, y es muy joven. Lo que necesitamos es enriquecerla. 

¿Quién es Rocío?

Rocio Alzaga pinta desde que tiene uso de razón. Viví la infancia rodeada de arte y de artistas, y hace veinticinco años cambié la Ciudad de México por Cancún. Conservo mi estudio en México. Va y viene, siempre regresa por convicción, porque me encanta su naturaleza, el mar, sus arrecifes, sus manglares. Yo soy de Quintana Roo, de lo quededucimos que su razón de estar aquí es la increíble belleza natural. Así me lo ha dicho, cuando su mirada se pierde en la selva (o lo que todavía queda de ella), en el cambiante mar turquesa que revienta sobre la arena coralina, en esos cielos indescriptibles y juguetones reflejados en la laguna. 

Cualquier caribeña o caribeño ha observado la textura del mar y sus colores cambiantes que se deben a cómo soplan los vientos, y a cómo inciden los rayos solares para reflejarse en la blanca arena a través de las aguas cristalinas. El colorido sorprende siempre de nuevo. Dependerá (de nuestro humor pero sobre todo) de la ubicación del sol, y del tipo de nubes o ausencia de ellas.  

◙ Del proceso de abstracción 

Rocio no intenta captar uno de esos momentos en particular que brinda la naturaleza (por espléndido que sea), desplazarse a su estudio, y producir una copia fiel. No, eso no es Rocio. Ella está impregnada de estas imágenes, ha asimilado el mundo visible, se ha sumergido en él. Al proyectarlo en su tela, lo trasciende, lo disuelve para revelar lo que hay detrás y dentro de él. Sus telas dicen, huelen a Caribe, a selva, se siente el efecto de la brisa y de los vientos. Son lo que ella nos transmite junto con sus ideas y sus sentimientos, porque esta joven artista abstracta —hija del pintor jalisciense Jorge Alzaga— deja fluir su mundo interior para compartirlo con nosotros.

Rocio explota de pronto ante su tela y teje texturas. Añade capa tras capa de óleo del color que le va pidiendo esa obra en particular, y otras telas que suelen estar en proceso. Cada capa de pintura debe secar bien. La mira (con los ojos entrecerrados, como ella me enseñó, para medir los claros y oscuros). ¿Qué color sigue? Conforme va trabajando el óleo (que mezcla con polvos secretos) y teje, como decía, las texturas sobre la tela, van surgiendo las transparencias. Rocio parece decirnos que el representar la luz mediante la claridad ya es cosa vieja. Que más novedoso resulta plasmarla como color en movimiento.

De las texturas emana el colorido del Caribe, unas veces en gamas predominantes de azul, otras veces en verdes, en morados, o en ocres. De hecho, parece identificarse por temporadas con un color en especial, dependiendo en buena medida de sus sentimientos, pensamientos u obsesiones. 

A su imaginación se suman la intención y el juego, el reto, la exploración. De pronto, se propone trabajar con colores que, de entrada, no combinan o que sólo se ven bien en la naturaleza. Se reta a lograr que combinen, a lograr que el resultado sea un gran placer estético. Y lo logra. Eso es conocer el manejo del color. El resultado es un todo que sorprende por sus transparencias, plasticidad y equilibrio, y que se transforma al ojo del espectador, dependiendo de la luz que incida sobre el cuadro, y del ánimo de quien lo mira.

Eso opino yo. Le pregunto a ella, ¿cómo es tu pintura?

Mi pintura es abstracta. No es figurativa. La comparo con la música clásica, que tampoco es descriptiva. Tiene una fuerza, un ritmo. Tiene armonía.  Tiene que ver con el sentimiento, con el interior de uno, con la naturaleza propia.