La privatización del agua en el norte de Quintana Roo

Cancún fue la segunda ciudad de la República donde —hace casi 30 años— se privatizó el agua. Hoy día, son cuatro los municipios del norte del estado de Quintana Roo donde el vital líquido depende de Desarrollos Hidráulicos de Cancún, S.A. de C.V. y su operadora Aguakán, con un contrato de concesión que vence en 2053.

La concesionaria presume grandes logros en su portal web. Afirma haber alcanzado cifras notables en cobertura de agua potable, red de alcantarillado y saneamiento de aguas residuales. La comunidad, sin embargo, no parece estar convencida de tanta belleza, amén de que nunca se le preguntó si quería que el agua se privatizara. Se queja de la dureza del agua, de cortes constantes, de facturas elevadas, de falta de atención a sus reclamos y pone en duda que las aguas residuales se estén tratando debidamente. Es más, tiene la certeza de que todavía muchas edificaciones vierten sus aguas sucias a cenotes, sin pasar por biodigestores. En una consulta popular organizada por el órgano electoral local el 6 de junio de 2022, la ciudadanía se expresó de manera contundente por la salida de Aguakán de los cuatro municipios: Benito Juárez, Isla Mujeres, Puerto Morelos y Solidaridad. El órgano electoral declaró la validez de este ejercicio, y en tres de los municipios el porcentaje de participación requerido—35% del padrón electoral— fue suficiente para que los resultados de la consulta resulten vinculantes.

Mientras la comunidad permanece a la expectativa de cuál será su suerte, es decir, del desenlace de este ejercicio de expresión popular, cobran vigencia un par de artículos que brincaron de mi baúl de los recuerdos, y que me publicaron en revistas locales de Quintana Roo en 1998.  Dejo aquí uno de estos textos, que reproduzco con fidelidad. A fin de actualizarlo cabe decir que, en 1999, el grupo Azurix —conformado por un conglomerado de empresas y a la vez una de las más importantes filiales de Enron Corporation— adquirió el 49.9% de Aguakán (DHC) mediante el pago de 135 millones de dólares al Grupo Mexicano de Desarrollo (GMD) y Aguas de Barcelona (Agbar). Azurix informó entonces mediante un boletín que entre sus compromisos se hallaba obtener un crédito por 25 millones de dólares para ampliar la red de agua potable y alcantarillado de Cancún e Isla Mujeres.

Como se sabe, uno de los escándalos financieros más grandes de la historia es el caso de Enron Corporation, que el 2 de diciembre del año 2001 se declaró en quiebra. Entonces se gestó un arreglo con otro de los gigantes internacionales del sector: Suez (ONDEO), quien en 2002 obtuvo un financiamiento con recursos públicos mexicanos (Banobras) para comprar la empresa local del agua. En 2013, a raíz de la turbia ampliación del periodo de concesión del agua a Desarrollos Hidráulicos de Cancún hasta el año 2053, ONDEO vendió su 49.9% de las acciones de la mencionada empresa.

Si con fecha del 20 de junio de 2022 se consulta el portal de DHC, veremos que nos reporta que su socios son Grupo Mexicano de Desarrollo (GMD) —uno de los beneficiarios del rescate bancario (Fobaproa)— y Grupo Bursátil Mexicano Hidráulica (GBM).

Sería bonito conocer quiénes son hoy día los dueños reales del agua en el norte de Quintana Roo, o mejor dicho, si la empresa que, desde su fundación, se ha dicho “mexicana”, lo es. Lo sabremos cuando —como es de esperarse— se inconforme por los resultados de la consulta popular.

Así las cosas comparto pues, a continuación, mi texto que data de 1998:

La historia del agua

Lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Un buen día, hace algunos años, cuando se soltó la moda de las privatizaciones, platicaba con mi cuñado y se me ocurrió decir “ya sólo falta que privaticen el agua”.  No me movía un afán visionario, tan solo pensaba que ese sí ya sería el colmo de los colmos. Era estrafalario pensar en serio algo así para cualquier parte de la República y, para aquí, se antojaba absurdo porque tenemos agua en abundancia. El agua de nuestro subsuelo constituye una gran riqueza y es fuente de riqueza aún mayor.

Por ese entonces, el agua la manejaba el Gobierno del Estado. En realidad, según dicta el Art.115 Constitucional, el agua debía municipalizarse. Pero, no era así. De tal forma que, según los conocedores, el gobierno estatal recaudaba por suministrar el agua a ciudad Cancún y a la zona hotelera  43 mil millones de viejos pesos (lo que, a precios actuales, serían un millón de dólares al mes de ingresos netos). Sus gastos eran minúsculos porque la infraestructura –como son pozos, bombas, cárcamos y tuberías para agua potable y alcantarillado– ya la había realizado y patrocinado FONATUR. Las plantas potabilizadoras que legó FONATUR –donde se quitaba al agua la dureza y se cloraba– ya no funcionaban, así que sólo hacían las veces de depósitos para bombeo, y no costaba su operación, como sigue ocurriendo hasta el día de hoy. La planta de tratamiento de aguas negras de la Ave. Chichén ya tampoco funcionaba. Y las plantas de la zona hotelera las operaba y opera FONATUR, así que tampoco cuestan.

El crecimiento de Cancún más allá de los linderos del proyecto original de FONATUR (zona centro) significó la necesidad de realizar obras para las cuales “no había recursos”. Con semejante discurso, la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (CAPA) solicitó créditos internacionales para una nueva línea de agua potable y nuevas zonas de extracción y bombeo. Fluyó el crédito, se endeudó CAPA y vino el pretexto para la privatización. Se le asignó a una empresa consentida –sin licitación alguna, me acuerdo–  que hacía autopistas a lo largo y ancho de la Nación. Así habría dinero fresco, se supone, para ampliar las redes de agua potable y drenaje, porque para estas alturas ya era famoso que el drenaje de Cancún sólo existía en el proyecto original de FONATUR  y que las aguas residuales contaminaban el manto freático.

Previa aprobación del Cabildo de Benito Juárez y de la VII Legislatura, los recibos del agua nos empezaron a llegar por parte de Desarrollos Hidráulicos de Cancún, mejor conocida por todos como Aguakán(1).

Y, ¿cómo nos fue con Aguakán? Todo parece indicar que la inagotable sustancia compuesta de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno –envidiada por prácticamente todo el país, salvo el Sureste– sirvió para financiar otras obras inconclusas que el consorcio tenía en otras partes de la República. De hecho, a la empresa se le debió cancelar la concesión por incumplimiento, y municipalizar el agua tal como lo estipula el decreto de concesión  de octubre de 1993 publicado en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado.

Pero no. No fue así. El consorcio Grupo Mexicano de Desarrollo permanece como barón del agua y, veladamente, entra en escena la empresa española Aguas de Barcelona (2) en calidad de “socio asociado en sociedad”, como bien diría Nicolás Guillén. ¿Qué fue lo que pasó? De nueva cuenta resultó que “no había recursos” para cumplir con aquello que había sido el pretexto inicial para privatizar el agua: hacer cabalmente las tan necesarias obras.

La sorpresa para los cancunenses es que ahora vendrán los españoles a sacar el agua que –casualmente sólo en la península– se encuentra a flor de piel. Es curioso: en el resto del país el agua es un verdadero problema, por su escasez, y no llaman a los españoles. Aquí,  se hace un pozo a tres metros y se tiene agua. Se hace un pocito a 17 metros (el pocero cobra $3,500)  y se tiene agua potable, exactamente igual a la que surte Aguakán. Y la sorpresa para los Bonfileños es que, de acuerdo al nuevo título de concesión, queda prohibido hacer pozos, incluso de uso doméstico, a menos que lleguen a un acuerdo monetario con Aguas de Barcelona y sus socios mexicanos.

La sorpresa para los mexicanos todos es que en territorio quintanarroense se está haciendo un experimento que consiste en poner en práctica cláusulas de un tratado internacional (3) que aún no se firma. En el texto de la nueva concesión del agua (4) queda claro que “los concedentes” (gobiernos del estado y municipales)  garantizan a “la concesionaria” (Aguas de Barcelona y Desarrollos Hidráulicos de Cancún) que su tasa de ganancia no se verá afectada por nada, desde huracanes, tormentas, deslaves hasta insurrecciones, revueltas, incendios, manifestaciones, huelgas.. (5). Y, al final de los 30 años o lo que dure la concesión, los concedentes absorberán los activos y pasivos. O sea, que las deudas quedan para nosotros.

Modern Times… Nuestra historia del agua, que tristemente es real, sólo ilustra una tendencia a lo largo y ancho de nuestro país. Del agua al petróleo hay un pasito.

¿Qué les dice a mis lectores el que hoy la gasolina es más barata en Estados Unidos que en México? ¿Y que los chetumaleños hagan cola para llenar sus tanques en Belice?  Una dura ironía para un México dormido que celebra las fiestas de Independencia. 

Bettina Cetto (Revista “Cancuníssimo”, septiembre de 1998)

Notas:

1. Aguakán es la operadora de Desarrollos Hidráulicos de Cancún, S.A. de C.V., empresa filial del consorcio Grupo Mexicano de Desarrollo.

2. En el mes de julio de 1998, con el voto en contra de los partidos de oposición, el Cabildo de Benito Juárez, el de Isla Mujeres y la VIII Legislatura aprobaron la concesión del agua de los municipios de Benito Juárez e Isla Mujeres a las empresas   Sociedad General de Aguas de Barcelona, S.A., y  Desarrollos Hidráulicos de Cancún, S.A. de C.V. (Aguakán).

3. Se trata del Acuerdo Multilateral de Inversiones. Sobre el tema, ver Cancuníssimo No. 63 del mes de julio, pág. 28.

4. Modificación al título de concesión “para la prestación de los servicios públicos de agua potable, alcantarillado, saneamiento y tratamiento de aguas residuales en las ciudades de Cancún e Isla Mujeres”. El citado documento consta de 23 páginas y es el mismo a que se refiere la nota 2.

5. Ibid. Pág. 17.