Cancún Art, vol.2: Presentación

Hoy estamos de fiesta. Encantados de presentar este libro que es y —no es— un CATÁLOGO DE ARTE. Les digo por qué.

Un catálogo sería, para mí, el volumen—a veces gordo, a veces flaquito—que normalmente  compramos al concluir la visita a una memorable muestra temporal. Lo adquirimos como souvenir, para revivir cuantas veces queramos el recuerdo de esas texturas, de esos pigmentos o esas formas que nos impresionaron.

O bien, cuando visitamos un Museo en cualquier punto del planeta, hay a la venta un catálogo de sus obras más sobresalientes que el Museo edita como una invitación a ver los originales que tiene en su acervo. Pero es claro para todos los aquí presentes que, en el caso de Cancún, de CANCÚN ART, conocer las obras originales sería un largo periplo, tan divertido como complicado, sería cuestión de itinerar por los estudios de los artistas y las casas de sus compradores, trasladarse quién sabe a dónde, a Tokio, a Alemania, porque la obra de nuestros artistas muchas veces ya no está por aquí. 

Yo diría que con este libro se hicieron milagros, en especial cuando lo situamos en este momento histórico del capitalismo salvaje. Soy testigo presencial de los esfuerzos que ha implicado su publicación para nada redituable en términos financieros. Es más, estoy cierta que entre los amigos artistas hay quienes no precian en su justa medida el aparecer en este catálogo de artistas, hecho que les abre de manera notable ventanas y puertas al espectro de compradores de su obra.

Si aquí el primer volumen de CANCÚN ART todavía no se ha valorado en su justa dimensión,  en el extranjero, impresiona. Hace año y medio me llevé a Bogotá varios ejemplares de ese primer volumen, y debo decirles que causó una gran admiración en galeros y en artistas, que no habían visto un esfuerzo de esta naturaleza y brincos dieran por aparecer en un libro tan espléndido como éste. 

Como les decía, si pienso en catálogo, pienso en colección, en Museo o de perdida, en una muestra. De manera que, a falta del Museo de Arte Contemporáneo, o de los Museos, este libro constituye mucho más que un catálogo de artistas, ya que nos permite conocer, ni más ni menos, cómo se está pintando nuestra historia.

Cada tiempo tiene su arte y cuando no se colecciona de forma sistemática existe la posibilidad de perder parte de la experiencia histórica. El hecho de que no exista un Museo, público o privado, que coleccione arte contemporáneo de y para Cancún, pone en peligro no sólo la memoria del tiempo actual, sino que niega la posibilidad de conocer nuestra realidad.

Si bien es importante saber qué pasa a nivel individual como entidad y como país, es más trascendente el momento en que la historia nacional se relaciona con lo que pasa en el exterior. Es decir, que en este Museo de Arte Contemporáneo necesitaríamos tener también piezas de otras partes del mundo. Y por eso pienso que el coleccionismo debe ser una responsabilidad para los gobiernos, que además debe partir de acuerdos para saber qué visión se piensa conservar como sociedad.

Ya encarerrada, y para aprovechar que posiblemente hay entre nosotros algún político, agrego la definición de Museo que da el ICOM (Consejo Internacional de Museos): Un museo es una institución pública o privada, permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y su desarrollo, y abierta al público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y expone o exhibe, con propósitos de estudio, educación y deleite, colecciones de arte, científicas, etc., siempre con un valor cultural.

Probablemente la manifiesta falta de interés de los gobiernos en crear un Museo, y en específico un Museo de Arte Contemporáneo, ha redundado en que los artistas hoy pongan más atención en el entendimiento del arte como un evento en el tiempo. De ahí que surjan expresiones como las que Villegas denomina las colaboraciones, que nos estarán acompañando durante las jornadas de celebración de los 10 años de la Fundación Oasis.

Es decir, tradicionalmente el arte visual se limitaba a un objeto en el espacio, pero ahora es algo que pasa en el tiempo. Me refiero a los happenings, a las instalaciones, a eventos que pueden llevar mucho tiempo en prepararse, un mes o un año, y lo interesante es que hay un punto en el que la idea del arte te lleva a una perspectiva en el tiempo. El arte relacionado con la reflexión de la producción, distribución y recepción del arte. Entonces el ejercicio es preguntarse ¿qué significa confrontar el arte? ¿Qué significa ser espectador, crítico o artista?

Pero, al mismo tiempo en que el arte se concibe actualmente como un evento en proceso,  el mercado de arte, que vende objetos, ha crecido de forma casi exponencial. En ese marco sí que hace sentido hablar de este libro, de CANCÚN ART, como un catálogo que permitirá a los artistas dar a conocer su trabajo a los potenciales compradores.

¿Por qué la gente está interesada en comprar arte? Sencillamente porque está interesada en diseñar sus casas, en diseñar su estilo de vida, en diseñar su posición social. Si está comprando arte, o diseño, si esto es arte o sólo diseño, si tiene una historia relevante, si tiene importancia política, si dice algo a través del tiempo, si te dice algo sobre tu propia actitud, si es un signo de lo nuevo o si es un signo de la proyección de lo nuevo, son preguntas que en un principio no tienen respuesta, sino que deben irse respondiendo por los escritores de arte, los críticos, los curadores y el público. Todo eso lleva tiempo, energía, controversia. Porque el arte no nace como tal. Lo que hay, son artistas.

Los invito pues a disfrutar del placer estético que nos brinda este segundo catálogo de artistas plásticos de Cancún y la Riviera Maya, y permítanme dejarlos a continuación con el editor de este espléndido volumen, Antonio Zúñiga, a quien justo es recibir con un estruendoso aplauso .