Los predios públicos de Malecón Tajamar
Cómo hacer ciudad no está escrito en una ley. Cómo hacer una ciudad para todos no se puede definir con un plano y ya.
Pasear por Malecón Tajamar se podría convertir en pasear en un barrio mixto, denso, caminable, con ofertas de espacios comerciales, culturales, gastronómicos, y parques públicos. Pero también podría convertirse en una zona más de bardas, banquetas angostas, aburrido, monótono, «exclusivo», que logró reunir a gente idéntica —que paga carísimo por una vivienda, que paga carísimo por una ensalada y peor aún—que no sabe que las cosas se podrían hacer distintas. Este modelo está en crisis. No podemos seguir así.
Estas son citas casi textuales de quien sabe de urbanismo, mi amigo Juan Carral. De ahí que se las tomara prestadas pues no es cosa de todos los días encontrarte a un arquitecto empeñado con la idea de hacer ciudad. Y sí, ojalá logremos quienes así pensamos, incidir de alguna manera para que este último desarrollo de Fonatur —situado en el lado este de la urbe de un millón de habitantes— se oriente hacia la comunidad. Que sea un lugar de encuentro. Que se oriente hacia lo diverso, lo mixto, e incluya el parque público que está marcado en el Programa Parcial de Desarrollo de Malecón Cancún y en el Plan de Desarrollo Urbano.
Cancún como polo integralmente planeado es hechura de Fonatur. Sus desarrollos son buenos desarrollos pero en Malecón Tajamar cometió una serie de «errores». Un “error” fue que años atrás abrieron el espacio de Tajamar al público y, siendo un espacio que no estaba pensado así, lo volvieron «público», sin darse cuenta de lo que podría pasar en una ciudad a la que los centros comerciales, las iglesias y la incapacidad de reconocer el problema, han usurpado los espacios públicos. Puerto Cancún, varias veces más grande que Tajamar, no tuvo problema en acabar con todo el manglar, pues nunca estuvo abierto al público. A la fecha nadie se mete allá sino los residentes y otros bajo control de los vigilantes en las plumas (hay unas 270 plumas en Quintana Roo).
Irónicamente, algo principal de lo que poco se escucha son los predios públicos. Malecón Tajamar posee unos terrenos estupendos que le están quitando a la sociedad y esto ha sido un tabú en los medios locales.
Un gobierno municipal pasado los intentó vender y, después de tres juicios, la agrupación Ombligo Verde lo evitó con una sentencia ejecutoriada del Tribunal Superior de Justicia a su favor en diciembre de 2009. En estos días vemos que otra vez, escondidamente, el gobierno municipal pretende hacer perdedizos estos predios. ¿Los habrá mercado, embargado, en fin, de alguna manera enajenado? Sólo faltaría verificar documentos, pero todo indica que así es. La pista más notable es que a estos terrenos también les pasaron las máquinas y fueron los únicos que intentaron rellenar la misma noche cuando entraron masivamente las máquinas, custodiadas por la fuerza pública, a devastar la vegetación.
Esto significa que a los cancunenses les están quitando sus espacios públicos, no los vaga y falsamente públicos como es el resto de Tajamar, sino cinco y media manzanas de verdadero espacio público con 184 metros de malecón y colindantes con la rambla. Son los predios más bellos de todo el desarrollo Malecón Tajamar.
Años atrás, cuando no se tenía al manglar en la alta estima que se le tiene hoy, se arrasó con el mangle y se rellenó la zona para hacer la infraestructura —las calles, la rambla, el malecón— y el conjunto de condominios que mira hacia la parte hoy devastada de nuevo. Es decir, no podemos hablar de manglar milenario, pero sí de la vegetación que ha sido capaz de hacer nuevamente suyos aquellos terrenos donde no se había edificado, con todo y que la infraestructura existente ha cortado los flujos de agua que requiere el mangle. En un lugar tropical, así es.
Ello no justifica de manera alguna la torpe actuación que tuvieron todas las instancias implicadas en aquella noche de triste memoria. Entraron como bandidos, al amparo de la oscuridad, a devastar los predios y sepultar animalitos.
La indignación fue enorme, tanto así, que se volvió un escándalo mundial. Y qué bueno, pues esta labor tan importante que han desarrollado los guardianes del manglar que se han aglutinado en el sitio, ayudará a frenar la depredación que constantemente acecha en otras partes de Cancún a este recurso tan fundamental. Es encomiable cómo se han organizado para montar guardias en Malecón Tajamar, pasando frío por las noches —pues sí que les han tocado jornadas de “heladez”— para impedir que se proceda con el relleno de los predios, a costa de animalitos que todavía sobreviven en la zona.
En cuanto a los culpables de esta tremenda torpeza, los medios locales se volcaron a echarle el muerto a los inversionistas. Después, la ira de los activistas se vertió sobre las instancias federales, el mismo Fonatur, Profepa. A ver cuándo se logra deslindar responsabilidades, de las que difícilmente escaparán las autoridades municipales.
Es que los permisos de chapeo y desmonte los emite la Dirección de Ecología Municipal. Eso es así. Y significa que hay un proyecto de construcción aprobado por la Secretaría Municipal de Ecología y Desarrollo Urbano para cada predio —privado o público— en el cual metieron maquinaria.
El valor de los terrenos municipales en millones —son muchos millones de dólares— interesa a unos cuantos, su valor social y urbanístico en el desarrollo Malecón Tajamar es el que me lleva a escribir estas líneas. ¿Por qué hoy? Porque amanecimos a un mes de esa noche de tan triste memoria, y el gobierno de Cancún todavía no da una explicación.