Cinco arquitectos y un mosaico
Si de por sí hemos observado que obras de mi padre navegan por ahí bajo el nombre de otro arquitecto o ingeniero, ¿voy a permitir que llegue el momento en que se le despoje también de la autoría de su mosaico?
En 2014 presentó con honores su tesis de maestría en la Universidad de Colombia la arquitecta Virginia Gutiérrez. Ojalá más pronto que tarde este trabajo1 se divulgue en formato de libro. Como punto de partida de su investigación, Virginia analiza cinco casas de arquitectos realizadas por y para ellos mismos y sus familias. Las moradas que eligió tienen además en común lo siguiente: fueron construidas a mediados del siglo pasado, aún existen, son obras que han incidido en el panorama arquitectónico del país donde se realizaron, y sus autores tuvieron una carrera pedagógica que ha repercutido sobre las nuevas generaciones. Estas cinco casas2 están situadas en distintas ciudades de Latinoamérica.
Como parte fundamental de su trabajo, visitó cada una de las obras y los archivos de los arquitectos. Esto le implicó trasladarse a cada uno de los países y conocer, en la medida de lo posible, las obras dentro de su contexto real. Y adicionalmente entrevistó a las hijas e hijos de los arquitectos como testimonios vivos que habitaron las casas estudiadas.
Cuando me tocó mi turno, manifestó su interés por la forma en que vivimos cada espacio de la casa y del jardín, cómo nos vinculamos con los vecinos, pero también se ocupó del mosaico del estudio de papá. Y sobre ello quiero escribir, pues me llamó la atención en virtud de si bien mucho se ha dicho y escrito sobre la Casa Cetto, pocos son los arquitectos e historiógrafos a quienes ha interesado de manera especial este detalle.

Su pregunta fue la siguiente:
¿Qué significado tiene el mosaico en el estudio?
Yo creo que las cuatro figuras dispuestas en el centro del mural de mosaico representan varias cosas. Destaca que cada una está orientada hacia un punto cardinal. Son cuatro hombres que construyen, pues cada uno sostiene herramientas de trabajo. Y cada uno está formado por piedritas y mosaicos de diferente color con relación a los otros tres, lo que yo imagino representa a las distintas razas de la tierra. Pero el dibujo de estos cuatro hombres entrelazados es también un signo de la masonería que Max toma de la Edad Media, más concretamente, del cuaderno de un arquitecto itinerante llamado Villard de Honnecourt, que ha pasado a la historia debido a que se ha conservado un cuaderno de viajes que le perteneció: 33 páginas de pergamino con 250 dibujos, fechado entre 1220 y 1240, y conservado en la Biblioteca National de París.

En el mural también aparecen los signos zodiacales de la familia. Piscis corresponde a Catarina y a mi hermana Verónica. Acuario es Max y mi hermana Ana María. Por último, Leo, que corresponde a mi signo. En el extremo suroriente del recubrimiento, encima de la chimenea, aparece el sol, y hacia el lado norponiente, la luna. Cerca de la luna aparece venus, y también está representado júpiter, próximo al sol.
Hasta aquí la respuesta que di a Virginia. Recientemente, y para mi sorpresa, otro joven arquitecto me preguntó si el mosaico del estudio de Cetto era obra de Juan O´Gorman, su compadre del alma. Me inquieté. Nunca antes había escuchado esta pregunta pero me llevó a la reflexión siguiente: Si de por sí hemos observado que obras de mi padre navegan por ahí bajo el nombre de otro arquitecto o ingeniero3, ¿voy a permitir que llegue el momento en que se le despoje también de la autoría de su mosaico?

Más vale dejar en claro este punto.
Como bien señala Juan Manuel Heredia4, es probable que papá haya copiado la técnica del mosaico de mi padrino para el mural de su estudio. Sí, la técnica. Al respecto quiero incluso remontarme un poco.
El mismo O´Gorman escribió: “Desde luego es necesario señalar que Diego Rivera inventó un procedimiento muy económico para obtener efectos plásticos de materia y forma, que consiste en hacer mosaicos de piedras de colores en las losas de concreto armado, colocando sobre la cimbra las piedras del mosaico para colocar después el concreto, fijando de esta manera a la losa, en forma permanente, las piezas que forman los mosaicos.”5
Pero en realidad, si Diego lo inventó, lo desarrollaron al alimón en el Anahuacalli. Quien experimentó para lograr los mosaicos blanco y negro del primer piso fue Diego. Ya en el segundo piso, encontramos mayor riqueza de colores. Juan perfeccionó la técnica de colado y logró obtener la amplia gama de piedras de colores que emplearon en el tercer piso.
Por otra parte, ya volviendo al mural de mosaico que Cetto realizó en el plafón de su estudio, es claro que él pudo haber aprovechado también algo de los materiales que O´Gorman había estado recolectando para sus proyectos. Recordemos que mi padrino recogió piedras pequeñas de colores por todo el país para representar el espíritu nacional en la superficie de la Biblioteca Central, y para recubrir de mosaicos la casa de sus sueños que por esos años construía en la Av. San Jerónimo, en el Pedregal de San Ángel.
La representación pictórica que hace Max en su propio estudio es, sin embargo, lejana a la temática de Juan, y a la de Diego. Y distante de la perspectiva de otros muralistas y arquitectos que en ese momento trabajan en la naciente Ciudad Universitaria.
El plafón del estudio y de la terraza de la casa de Agua 130 está recubierto de tezontle, y en mármol rosa, verde y blanco Max retomó, como ya dije, un signo de la masonería de la Edad Media.

Nada que ver pues con motivos prehispánicos ni con el espíritu nacional. Y Max lo complementó con otros motivos que ya relaté.

La casa Cetto, mis valedores, es de Max Cetto. Despojarlo de la autoría de su mosaico sería un error historiográfico. Mejor dicho, uno más…
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Notas:
1) Gutiérrez, Virginia: Transformaciones Modernas. Síntesis entre particular y universal en cinco casas de arquitectos. Tesis de maestría, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2014.
2) Los cinco autores de las casas tema de la investigación de Virginia:
Guillermo Bermúdez Umaña (Soacha, febrero de 1924—Bogotá, 31 de mayo de 1995). Arquitecto colombiano y profesor de la Universidad Nacional de Colombia. Su obra se destaca por la calidad de sus viviendas, tanto casas como edificios, las cuales se encuentran principalmente en la ciudad de Bogotá.
Mario Payssé Reyes (Montevideo 5 de marzo de 1913—13 de enero de 1988), arquitecto uruguayo y profesor de la Universidad d Montevideo. Su obra se destaca por una preocupación por realizar una arquitectura adecuada al medio, y su pensamiento quedó plasmado en su libro ¿Dónde estamos en arquitectura?
João Batista Vilanova Artigas (Curitiba, 23 de junio de 1915—São Paulo, 12 de enero de 1985) fue un arquitecto brasileño cuya obra está ligada al movimiento arquitectónico conocido como Escuela Paulista. Artigas es uno de los principales nombres de la historia de la arquitectura de São Paulo, debido al conjunto de su obra realizada en este estado.
Max Ludwig Cetto Day (Coblenza, Alemania, 20 de febrero de 1903—México, D. F., 5 de abril de 1980) fue un arquitecto, historiador y profesor mexicano. Su trayectoria se destaca por su extenso recorrido desde Alemania hasta México donde trabajó junto a notables arquitectos como Hans Poelzing y Richard Neutra. Su influencia en el panorama de la arquitectura es notable, dejándonos como legado su libro Modern Architecture in Mexico/Arquitectura Moderna en México.
Amancio Williams (Buenos Aires 19 de febrero de 1913—14 de octubre de 1989) fue un arquitecto argentino, cuya obra se destaca por aplicar sus conocimientos científicos a la obra arquitectónica sumado a su curiosa amistad con Le Corbusier, quien le pide dirigir la obra de la Casa Curuchet.
3) Gómez, Lilia (Coord.): Entrevista con el Arquitecto Max L. Cetto. En: Testimonios Vivos. 20 Arquitectos (Cuadernos de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico), INBA, México 1979.
4) Heredia, Juan Manuel, The Work of Max Cetto. Restorations of Topography and Disciplinarity In Twentieth Century Modern Architecture, Tesis de Doctorado, Universidad de Pensilvania, 2008.
5) O´Gorman, Juan “Diego Rivera arquitecto”, en Cuadernos de Arquitectura No.14 (Anahuacalli), Departamento de Arquitectura, INBA, México 1964.
*Imagen tomada de la página 237 de Chanfón Olmos, Carlos, Wilars de Honecort: su manuscrito, Colección Mexicana de Tratadistas, Facultad de Arquitectura, UNAM, 1994.
agosto 21, 2019 @ 9:33 pm
Estimada Bettina, sin duda el mosaico es de Cetto, y no solo eso, es un postulado (en clave) que deja sobre su visión de la arquitectura, una pista a descifrar. El mosaico, no solo habla del diálogo que plantea entre Alemania y México, también, expresa su interés por la técnica, la ingeniería y la artesanía como realidades unitarias, y a la vez, su inclinación por el trabajo artesanal en mampuesto representativo de los masones. No había ahondado antes sobre el fuego de la chimenea, hecho en mosaico también, sabemos que el fuego representa una de los elementos fundamentales de la arquitectura, así que seguramente habrán más señales por descubrir…te felicito por tu blog!
agosto 24, 2019 @ 5:14 am
Estimada Virginia,
esto que me comentas del fuego… ¡qué bonito! Lo mismo, del interés por la técnica, la ingeniería y la artesanía como realidades unitarias. Y de las pistas por descifrar.
Es la otra parte que me fascina de escribir, la retroalimentación, la confluencia de saberes, memorias. Te va a gustar leer los comentarios que me mandó Juan Manuel Heredia:
«Gracias Bettina, por el texto y la explicación de los detalles. Me gustó mucho. Como alguna vez te comenté, Oskar Schlemmer, a quien tu papá conocía bien, había hecho una interpretación más abstracta de las imágenes de Villard en el edificio de la Bauhaus de Weimar (es decir el edificio de Van de Velde no el de Gropius). Como también sugiero en mi tesis, tu papá debió haber conocido bien la historia de la técnica del mosaico a través de tu tía, Anna Maria, quien escribió uno de los libros más importantes sobre los mosaicos de Ravenna. Es interesante que en esos años, otro arquitecto, Enrique de la Mora, haya realizado un mosaico, no en un techo, sino en el piso del patio de su casa en San Ángel. Ignoro cuál haya sido primero (la casa De la Mora se terminó en Febrero de 1951), pero ambos me gustan por su orientación horizontal. El de De la Mora (lamentablemente desaparecido) era una especie de árbol de la vida o genealógico, rodeado de astros y animales, y tenía también alusiones familiares, con una leyenda de dedicatoria a su esposa Tatiana. Aunque Rivera inició sus experimentos en los techos, los mosaicos de Cetto y de De la Mora tienen una mayor intencionalidad espacial, y me gusta verlos como una sutil crítica a la frontalidad (‘mírame que aquí estoyʼ) del muralismo mexicano, ya que no demandan una lectura y una postura solemnes, y participan de una manera más plena en la experiencia misma de la arquitectura (es decir estos sí están ‘integradosʼ – el de tu casa más, ya que como sugiero su cardinalidad restablece la orientación perdida al subir la escalera, y se conecta con la cardinalidad de la terrazas que miran ya sea al atardecer o a los volcanes); además por supuesto de que ambos rehuyen el ‘propagandismo políticoʼ (Cetto dixit) del muralismo. En fin, mil gracias por el texto.»
Y mi hermana:
«Agregaría algo más: recuerdo a papá haber hecho los dibujos a lápiz sobre grandes hojas de papel amarillento que desplegó sobre la cimbra de madera para que las piedritas se fueran colocando una por una encima de estas hojas, siguiendo los trazos y la indicación de los colores. A mí me permitieron colocar piedritas de tezontle nada más, pero ya eso me causó gran emoción. Había que caminar con mucho cuidado sobre los tablones.
Luego vino la colada del techo, creo recordar que en dos etapas: una con un cemento un poco líquido y más fino para que se colara entre las piedritas y ayudara a fijarlas, después el normal. Por último vino el gran momento cuando. embargados de nerviosismo, observábamos cómo se retiraba la cimbra. Fueron muy pocas las piedritas que se desprendieron.»
Te agradezco tus líneas por aquí y reitero –pues no hay que perder la oportunidad– que ojalá pronto veamos tu tesis publicada en forma de libro. Un abrazo.
agosto 31, 2019 @ 9:21 pm
Muy grata y refrescante lectura. ¡Gracias!
septiembre 1, 2019 @ 10:49 pm
Cuando me leen y opinan, Leonel, para mí es un chubasco de agua fresca. Saludos afectuosos.
enero 25, 2020 @ 7:17 am
Bettina, muchas felicidades! Fue una gran sorpresa cono cer estas casas y tus comentarios yo viví en San Angel toda mi infancia y juventud y estudie en la UNAM, Arquitectura, hicimos acuarelas de la biblioteca pero no conosí la casa de tu Tio, Juan O’Gorman, lastima! Hot hace 8 años vivo en Ensenada y voy poco a la CDMX. Así que ver tis escritos y fotos me llena de entuciasmo para seguirte en tu blog. Gracias por compartir. Saludos afectuosos. Jorge Hernández Navarro
febrero 5, 2020 @ 2:37 pm
Jorge, qué alegría leerte. Es tan agradable cuando una recibe retroalimentación porque, bueno, yo aparte de que disfruto escribir, intento dejar testimonios. O sea, no repetir lo que otros dicen sino buscar aportar algo nuevo con fidelidad a mis recuerdos y a fuentes históricas. Aprecio especialmente los comentarios que vienen de especialistas y saber que gustan mis textos porque, si bien en el aire de casa siempre flotaba la pasión por la arquitectura, yo no soy arquitecta, sólo hija de y mamá de arquitecto.
Platícame un poco de tí, ¿en qué años estuviste en la Facultad?